¿Cómo se expresa el amor romántico durante la adolescencia en Tres metros sobre el cielo?
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En “Tres metros sobre el cielo” los adolescentes manifiestan el amor romántico a través de prácticas enfermizas que permiten la construcción y naturalización de vínculos y relaciones tóxicas. La película española estrenada en diciembre de 2010, cuenta la historia de dos jóvenes, Hache y Babi, con realidades completamente diferentes que se enamoran e inician un romance intenso y conflictivo.
La psicóloga chilena Pilar Sordo, define a las relaciones tóxicas como “aquellas que parten desde un déficit de uno o ambos miembros y que proporcionan el sentimiento de satisfacción y completud solo al principio, expresando posteriormente violencia y manipulación”. En cuanto al componente amoroso en este tipo de vínculos agrega: “Las relaciones tóxicas no son amor del bueno. Pueden ser amor, pero es un amor distorsionado, poco sano. Es un amor condicionado culturalmente, donde la mujer tiene muy ligada la concepción de amor al sufrimiento, y de alguna manera, probamos que amamos en la medida que somos capaces de soportar”.
Los componentes de una relación tóxica aparecen sistemáticamente durante la película. La historia muestra como Babi se enamora de Hache, después de maltratos, acoso y violencia. Las escenas que demuestran esta premisa son infinitos. El protagonista, obsesionado con la joven, la persigue por los lugares frecuentes y la seduce con juegos que incluyen violencia física cuando, por ejemplo, la agarra por la fuerza después de insultarla y la tira consigo a una pileta. Ante la negativa después de este intento de coqueteo, Hache y sus amigos persiguen a Babi y a su novio y, después de destrozarle el auto, golpean al chico dejándola sola en medio de la noche.
Otro ejemplo de patrones completamente enfermizos e invasivos es la escena en la cual Hache ingresa en el cuarto de Babi cuando ningún miembro de la familia se encuentra en casa. La invasión sin consentimiento es representada como un hecho romántico, puesto que Hache dejó, a modo de recuerdo, una foto de ambos. El adolescente protagonista tenía además un fanatismo por las motos y las actividades riesgosas, exponiendo a su novia a grandes peligros tanto en carreras ilegales como en paseos a alta velocidad.
Tal como expone Pilar Sordo, el amor romántico se asocia al sufrimiento y violencia, y así lo demuestran muchas películas dirigidas al público adolescente. La lista de comparaciones con otras ficciones sería infinita, pero la analogía más preocupante se encuentra en la no ficción. Romantizar los vínculos tóxicos no es exclusivo de las películas. A diario, los adolescentes, especialmente las mujeres, son víctimas de acciones controladoras, celos excesivos, y hasta daños físicos y psicológicos. Sobre estas prácticas el filósofo Darío Sztajnszrajber sostiene: “El ideal romántico encubre una condición heteronormativa y una cuestión patriarcal: esa idea del Príncipe Azul, de que el hombre completa lo que le falta a la mujer, supone a la mujer como un ser carente”.
Ahora bien, si el amor romántico supone, culturalmente, una primacía del hombre por sobre la mujer, resulta imaginable la naturalización de la violencia. En este sentido, es vital que los discursos dirigidos a los jóvenes (en este caso las películas románticas) no fomenten este tipo de vínculos. En Tres metros sobre el cielo, lejos de ser críticos de la violencia de género, presentan el hecho de que la chica buena se enamore del chico malo como una historia de amor apasionada. El acoso, los golpes, la furia constituyen en esta película componentes del amor romántico propios de la adolescencia.
Virginia Godoy, conocida como “Señorita Bimbo”, es una militante feminista que ha estudiado en profundidad las relaciones y la concepción de amor. A diario, cientos de jóvenes hacen sus descargos en su “Bimbotiquín”, mientras ella responde buscando romper las estructuras patriarcales. “El amor romántico es como un manual en el que hay reglas, roles y jerarquías. Entonces, está todo dicho: cómo nos debe tratar un varón, cómo debe comportarse una mujer, cómo deben ser nuestros cuerpos, las citas, los tiempos. Hay personas muy infelices creyendo que el amor es una vez en la vida, sosteniendo relaciones tóxicas. El amor tiene que dejar de doler por no cumplir con eso que nos enseñaron. No podemos pedirle que nos complete ni que sea cómodo”, expresaba al respecto. Y agrega: “El amor que conocemos es una organización política, social y económica. Apunta a crear familias, que son unidades de consumo, no a completarnos y hacernos felices. Por eso hay que romper con esas ideas que controlan nuestras vidas”.
Tal como expresa Bimbo, las premisas del amor romántico quedaron ya en la antigüedad. Afortunadamente, los adolescentes no son los mismos que en 2010. Ya no desean una historia como la de tres metros sobre el cielo sino que, a partir del feminismo, lograron replantear y reveer esas estructuras. En la actualidad, el amor en la adolescencia está asociado a los vínculos sanos: ya no son permitidos los celos excesivos, ni los controles, ni mucho menos la violencia. Las relaciones tóxicas existen, sí. Pero a diferencia de hace algunos años, los jóvenes son capaces de discernir entre el amor (sano) y entre aquello que solo es manipulación y obsesión.
Por: Manuela Riera